lunes, 11 de septiembre de 2017

De cómo la tecnología puede dar sentido a la evaluación continua.

Escribe Ángel Fidalgo 

Fotografía by: Á Fidalgo.
Para una gran parte del profesorado, la evaluación continua significa poner muchos exámenes distribuidos en el tiempo. Es cierto que si juntamos muchos puntos se convierten en una línea continua. Pero no se trata de poner exámenes todos los días, sino de valorar la adquisición de competencias; por ejemplo, con el trabajo del día a día del alumnado.
Realmente cualquier tipo de evaluación requiere analizar un conjunto de evidencias. Lo más habitual es utilizar los clásicos exámenes para dejar evidencias y garantizar la identidad de las personas que las dejan. Así pues, una evaluación continua eficaz y eficiente consistiría en analizar las evidencias que deja el alumnado de forma continua y tener la certeza de la identidad del mismo. Y esto ¿cómo lo podemos hacer?
La respuesta la podemos encontrar en otros campos, por supuesto externos al contexto educativo. Por ejemplo, si usted está buscando un viaje a Colombia para tener unos días de descanso, de forma casi inmediata le aparecerá publicidad de viajes a Colombia, hoteles, restaurantes y lugares para visitar. Todo ello le aparecerá en su navegador, correo, incluso en la visita a este blog. Este mismo planteamiento es el que se utiliza en los estudios de mercado, espionaje, ofrecimiento de productos personalizados, etc.  Expertos aseguran que nuestros proveedores de servicios informáticos saben más de nosotros que nosotros mismos.
Nuestro alumnado utiliza tecnologías (sobre todo móviles) de forma continua. La utilizan en todo momento y lugar, bueno, no siempre. El contexto formativo es un reducto donde se tiene declarada la guerra a los teléfonos móviles (se prohíben, se confiscan y por supuesto no se utilizan). Parece lógico pensar  que si promovemos un uso intensivo de la tecnología, una forma de utilizarla consistiría en analizar las evidencias que deja nuestro alumnado al interactuar con nuestra asignatura (que lo hacen constantemente).
De esta forma tendríamos un “registro fósil” de todo lo que se ha realizado. Basta introducir sistemas de Learning Analytics para obtener información que nos permitirá tomar decisiones, no sólo de evaluación, sino para saber qué es lo que le hace falta a un determinado alumno.
Comprobar la identidad es sumamente sencillo, basta hacer un examen sobre las evidencias que ha dejado un determinado alumno. Es decir, se le preguntará o demandará alguna acción sobre lo que ha realizado.
La gestión de las evidencias sería un factor disruptivo del paradigma formativo. La evaluación continua se podría utilizar para evaluar de una forma más justa, pero también se podría utilizar como proceso formativo, para saber identificar lo que le hace falta a cada alumno y tomar las acciones correctoras oportunas.
El rol del profesorado cambiaría drásticamente, la forma de aprender también y, por supuesto, la forma de evaluar
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor

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