lunes, 4 de diciembre de 2017

Youtube: el amor como eje de la comunidad

Escribe Dolors Reig
Pasa el tiempo…, ha llovido ya desde 2007-2008, cuando muchos/as de los que estáis leyendo y yo misma, empezábamos a observar esto de la web 2.0, la emergencia de nuevos o recuperados espacios de relación en lo virtual ,que ya intuíamos revolucionarios para cualquier aspecto de nuestra sociabilidad.
En seguida nos dimos cuenta de la importancia del tema en cuanto a la formación y desarrollo de comunidades. ¿Recordáis el Cluetrain Manifesto de Fredrick Levine, Christopher Locke, Doc Searls y David Weinberger? Corría el año 2000 y desde las élites intelectuales de internet ya avisaban: : “Los ganadores ponen en marcha comunidades, los perdedores, websites”.… era el inicio de la web  2.0, del social media, de la web social.
Así, el concepto de comunidad se convertía en abundante. Y empezamos a estudiarlo. Nos preocupaban sus elementos facilitadores (es fácil crear comunidades pero no mantenerlas vivas) y entre ellos, empezaba a destacar el que nos ocupa hoy y nos ocupará seguro durante las próximas décadas: el video.
Lo intuíamos entonces, con los primeros videoblogs incluso:  la participación en internet, cuanto más humana, cuanto más parecida a la que se ha dado en comunidades desde siempre,  mejor. En mi caso, empecé a verlo claro, a escribir sobre ello en 2008, mientras descubría el trabajo de Howard Rheingold, uno de los padres del concepto de comunidad virtual que por aquel entonces iniciaba un entorno de formación propio (Social media classroom, por si sentís curiosidad). Eran épocas de poco ancho de banda, de entornos para la participación y redes sociales en general basadas en texto, pero el entorno de Rheingold era distinto: incorporaba la posibilidad de videocomentar.  No lo he contado antes pero creo que mi primer videocomentario, mi primera videoconversación la tuve con el mismísimo Rheingold, que a modo Youtuber precoz, ya en aquella época, me respondía de la forma horizontal que ahora tanto valoran los jóvenes en sus nuevos ídolos.
Lo pensé y elaboré en Socionomía, en muchos otros trabajos sobre facilitación de la participación: incluso para gente mayor, el video despierta la empatía y da mayor significación a la comunicaicón. Si queríamos comunidades vivas, un elemento importante sería el de incorporar la posibilidad de videocomentarios o similares. 

Pasa el tiempo y  por lo menos, a veces, nos da la razón. Estos días, leyendo Streampunks YouTube and the Rebels Remaking Media, un nuevo libro de Robert Kyncl y  Many Peyvan (responsables en la propia  marca Youtube), me alegraba la actualidad de todos esos conceptos para la constelación emergente Youtuber.
Así, según estudios citados por el autor,  el 40% de los jóvenes de la generación Z manifiestan que los youtubers les entienden mejor que su familia o amigos y el 60% considera que algún creador, algún youtuber les ha cambiado, literalmente, la vida.
El tema ocurre por aquello que también llevamos tiempo comentando sobre el fin de las generaciones: la generación Z, cualquiera en cualquier edad que viva la experiencia de la hiperconectividad, gracias a internet, inaugura tiempos en los que se diluyen muchas de las normas sociales y culturales que nos han marcado durante siglos. Lo llamo a menudo la larga cola de la libertad, la posibilidad, ahora que los grupos de referencia, las comunidades, son abundantes y responden a cada interés, peculiaridad o diferencia posible, seamos al fin, quienes realmente somos.
Se diluyen hoy las “obligaciones” de género, incluso muchas de normas culturales, antes asociadas a territorios físicos y hasta lo más difícil: muchas de las limitaciones impuestas socialmente por temas de edad.  Todos/as somos únicos/as y ahora tenemos, gracias a la hiperconectividad social, más capacidad que nunca para crear o encontrar lugares de encuentro, afinidades, con aquellos que nos hacen sentir cómodos, con aquellos que también hacen lo que nosotros amamos hacer, con los que hacen al fin que nos sintamos muchos menos solos e incomprendidos en este mundo.
No es nuevo, lo hemos escrito aquí recientemente, que una de las cosas más interesantes de Youtube y las redes sociales en general sea que han posibilitado la pertenencia a la comunidad desde mucho antes y de una forma mucho más libre. El tema es especialmente evidente para ciertos colectivos, tradicionalmente aislados o incluso discriminados.  Al final, youtube es un entorno virtual humano, que se vive y se siente como humano pero con mayor seguridad. Uno/a puede observar,  ensayar cualquiera de las cosas de este mundo en Youtube, sintiéndose más seguro/a de sí mismo, con mayores expectativas de autoeficacia después de haber aprendido allí.

Dejo un fragmento de Comparto, luego existo, que os ayudará a entenderlo….
Cuando preguntamos a los jóvenes el porqué de todo ello nos hablan de conectar, de sentirse distinto pero comprendido, de encontrar afinidades y soporte emocional para cuestiones que antes limitaban estrepitosamente nuestra sociabilidad. Nos lo cuenta Steve Mendelsohn, de  the Trevor Project, una organización dedicada a la prevención del suicidio entre jóvenes adolescentes LGBT: aunque los social media pueden estar ejerciendo un papel amplificador en algunos casos de acoso, los jóvenes los destacan como su espacio social más inclusivo, en el que aprender y compartir estilos de vida, actitudes alternativas, de forma mucho menos problemática que otras partes.

Y sí, también hay público para la ignorancia y la maldad humana pero destaco algo leído también en el libro de Kincl, el predominio abrumador de las comunidades creadas en positivo. Es muy fácil, como desgraciadamente sabemos, crear comunidades entorno al odio, fomentando insultos, descalificaciones, desinformación, etc. pero este tipo de comunidades, por su misma esencia, tienden a dividirse, a morir pronto, víctimas de la misma destructividad y negatividad que fomentaron desde sus inicios entre sus miembros.
Ya no tiene sentido, en la era Youtube,  preguntarnos si las redes nos aíslan.  ¿Ya no nos miramos a los ojos? No, ahora retransmitimos mirando directamente a los ojos de los demás, los que, estén donde estén en este mundo, sentimos parecidos. 
Además, si lo comparamos con la televisión,  con los mainstream media de siempre, es evidente que ver nuestros canales favoritos en youtube es algo mucho más personal, más íntimo, más nuestro. También esta intimidad resulta un elemento esencial para alimentar el afecto, la implicación emocional que resulta el elemento que mejor puede ayudar a formar o mantener cualquier comunidad humana.
¿Habéis probado Periscope, Youtube, cualquier otro servicio de streaming directo de video en las aulas?  Apuesto,  desde mi enfoque TEP de siempre (Tecnologías como empoderamiento y participación) sobre todo con alumnos jóvenes, por “lanzarles a escena”, por provocar una participación empoderadora que les ayude a encontrar comunidades afines y a proyectarse en las comunidades que les interesen.  Citando de nuevo a Kincl, esos “Nerds” que suponíamos  antisociales, han resultado ser los que más crean y participan en comunidades online, capaces como no lo son muchos/as de los que les criticaron, de declarar públicamente su amor, su pasión hacia cualquier interés, ayudando a construir comunidades a su alrededor. 
En definitiva, todo está cambiando. Quizás sea tiempo de actualizar el Cluetrain, de añadirle algún matiz: los ganadores seguirán siendo quienes construyan comunidades, pero estas serán más sólidas cuanto más utilicemos el lenguaje digital que mejor desarrolla la afectividad hoy: Youtube.

Tomado del Caparazón con permiso de su autora 

No hay comentarios: